El Budismo es un completo sistema de vida,
por lo que no es posible limitarse a hacer alguna de sus prácticas y pretender
así progresar por el camino espiritual. Las enseñanzas del Buda deben
integrarse en la vida con el propósito de alcanzar la liberación. De aquí que
la ética deba ocupar un lugar importante en las preocupaciones del practicante.
En la visión budista del mundo todos los
seres participan de la naturaleza de la mente iluminada y, dado que el universo
no tiene ni principio ni fin, son también eternos y se mueven en una continua
transmigración en el samsara mientras no se iluminan.
El Karma, o ley de causa y efecto, sujeta a
los seres a las consecuencias de sus actos, sin necesidad de que ningún ente
superior premie o castigue: es una fuerza impersonal y mecánica, por lo que son
los mismos seres quienes deciden continuamente su futuro con los actos
presentes y quienes sufren los resultados de sus actos pasados. Uno de los
propósitos de la meditación es el de ser consciente en todo momento para
observar el surgimiento de emociones conflictivas y transformarlas de modo que
los actos individuales sean siempre correctos.
La Vida
Para un budista la acción más
negativa es la de atentar deliberadamente contra la vida de otro ser,
especialmente si es sensible y se utiliza premeditación y crueldad. La
violencia de cualquier clase debe ser rechazada sin contemplaciones, sin que el
fin pueda jamás justificar los medios.
La muerte
El fin de la existencia
individual es algo inevitable en la cadena del samsara, pero nuestro ego se
aferra a la vida de una forma irracional y de aquí proceden muchos miedos y una
sensación de inutilidad y vacío. El budista debe entrenarse para la muerte
física y aprender a considerarla como un paso más en su proceso hacia la iluminación.
La muerte sólo es el fin del yo presente, que es algo no real y transitorio, y
de las ilusiones que nos ha producido. Debemos aceptarla como algo para lo que
nos hemos preparado con la meditación y la ética y esperar que nos conduzca
hacia una existencia más cercana a la liberación o a la liberación misma. No
hay que obsesionarse con la idea de la muerte ni hacer un culto de ella, sólo
aceptarla como parte del proceso y perder el miedo, puesto que en sí misma no
es peor que cualquier otra transición de las muchas que se dan en el samsara.
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